Si algo faltaba al colorido de los cañónes, la casualidad nos brindó un nuevo regalo a los ojos. Por una ruta secundaria, subimos como a 3000 metros y oh… qué sorpresa, como un metro de nieve sobre la ruta nos impidió seguir. Bifurcamos para otro lado por un camino alternativo. Bajando un hermoso valle de pinos y arroyos congelados, de repente aparecieron ante nuestros asombrados ojos, formaciones rocosas en la gama de los grises. Disfrutamos de este solitario camino admirando esta curiosa belleza petrea.
lunes, 28 de abril de 2008
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