miércoles, 7 de noviembre de 2007

Fauna excepcional
















Apartándonos de la Ruta 3 hacía el este, llegamos a la costa del Atlántico, a la Bahía Bustamante, una estancia ubicada en la esplendida bahía del mismo nombre en el Golfo de San Jorge. La estancia es la única que recolecta las algas marinas, para extraer el coloide utilizado en fijador de pelo, en el agar-agar y en la gelatina. En su actividad lanera, mantiene unas 20.000 ovejas en una extensión de 80.000 has!

Nos recibe Matías Soriano, el simpático propietario con quién logramos rápidamente un agradable contacto, pues enterándose de nuestro propósito de viajar de Argentina a Alaska nos contó su viaje terrestre que hizo hace unos 10 años de Los Ángeles a la Argentina.
Nos ubicó en una muy confortable casa para huéspedes y disfrutamos de una cena de lujo, preparada por la excelente cocinera Milagros, con croquetas de algas marinas, pastel de papas con carne de cordero y una mousse de limón con merengue.

Al día siguiente íbamos a vivir dos excursiones excepcionales:
Por la mañana partimos con Luciano, el guía, en su Defender 110, a un bosque petrificado que se encuentra a unos 30 Km. del casco de la estancia. En el camino observamos la fauna patagónica terrestre como liebres, maras, martinetas, guanacos, peludos, avutardas y loros. Al llegar al bosque, caminamos entre los troncos y pedazos de madera cuyos multi-colores nos dejaron deslumbrados pensando en los 65 millones de años que tardaron en petrificarse.
Luego de un almuerzo liviano de pescado, salimos en lancha con Matías y Luciano a navegar por la caleta de Malaespina. En una hermosa tarde fresca vivimos la gran emoción de observar en su hábitat natural las más variadas aves marinas. Así pudimos apreciar el pingüino magallánico, el pato vapor, el skua, las gaviotas de Orlog, el petrel gigante, gaviotines, ostreros, cormorán real, de cuello negro y biguá. Un verdadero deleite para el ojo humano.
Por la noche, buscando infructuosamente alojamiento en Comodoro Rivadavia, tuvimos que contabilizar la segunda pinchadura. Además había una huelga de combustibles y con suerte pudimos encontrar una estación de servicio que expendía el preciado líquido, y oh qué milagro! atrás de la estación había un hotel moderno, donde, ya a media-noche conseguimos la ansiada habitación, la última disponible del hotel.

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